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La docencia es tan importante como la investigación en la actividad del profesor universitario

Nadie desconoce la importancia de la investigación en la Universidad. Más aún, se dice: no hay Universidad si no hay investigación. De igual manera debería señalarse que no hay universidad, por lo menos en lo que histórica y conceptualmente ha sido esta institución en la cultura occidental, si no hay buena docencia. Esta díada no es arbitraria; por el contrario, define lo propio del trabajo académico y expresa el ejercicio autónomo y responsable de quienes dedican su vida al trabajo intelectual y a la formación del talento humano del país.


Un buen punto de partida para entender el sentido y responsabilidad en el desempeño de la docencia es dar una mirada a un texto de Kant de 1784, conocido como “¿Qué es la Ilustración? y que dice lo siguiente: “La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la ayuda de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella, no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. Sápere aude. Ten valor de servirte de tu propio entendimiento, es pues la divisa de la Ilustración”[1].


En esta dirección, el sentido y responsabilidad de la Universidad, como espacio de formación, es contribuir a que cada estudiante abandone su minoría de edad para que pueda hacer uso libre de su propio entendimiento y haga uso público de su razón. Formar, o mejor, contribuir a la formación (bildung) de otros es una vocación; un llamado a formar parte en la estructuración del “ser” de otro. Es contribuir a que la persona del estudiante supere su minoría de edad por la mediación del conocimiento y de otras experiencias formativas que ofrece la educación en su forma institucionalizada (la escuela, el colegio, la universidad y la propia vida; muchas de las cuales hacen presencia en el denominado “curriculum oculto”. La docencia es un compromiso y como tal conlleva el sentirse implicado en el proceso de estructuración de la personalidad en su dimensión intelectual, estética y moral y aún religiosa. J.J. Rousseau señalaba cómo a la comunicabilidad propia del saber le corresponde la perfectibilidad de la persona humana. Una y otra se conjugan en el proceso de aprendizaje; como proceso inacabado. Mediante él, el estudiante da lo mejor de sí para crecer en humanidad y devenir competente para el ejercicio de las profesiones. Ahora bien, el talento se forma, no es un don natural; es una función de condiciones sociales; desde muy temprana edad se pueden instalar en la persona las condiciones para permanecer en la minoría de edad.


De aquí la discusión sobre la finalidad de la actividad de la docencia en función de la formación de la persona. En efecto, dado que todo sistema cultural posee una una lógica que condiciona el obrar e impide con frecuencia la creatividad y evita la aleatoriedad y el error en beneficio del orden existente, habría que preguntarse si la tarea de formar debe orientarse hacia la obediencia para que el “orden” funcione en la sociedad; o, más bien, hacia la desobediencia, para que llegue a desarrollase como “persona ilustrada”? Si no se hace lo segundo, ¿cómo educar para la libertad y la autonomía de la persona, condición necesaria de la Ilustración?


Recuérdese que “minoría de edad” significa heteronomía en la definición de los criterios para obrar de cada persona y en consecuencia escaso desarrollo moral; escasa consistencia del Yo; prisionero de las necesidades del oficio o profesión; en último término, domesticación de la conciencia; imposibilidad de vivir de modo auto-determinado. Esta es una responsabilidad de la institución universitaria tan fundamental como aquella referida a la producción de conocimiento nuevo en todos los campos del saber humano. Aquí radica buena parte de su responsabilidad social. Por lo tanto, entre investigación/docencia en el Proyecto institucional de una universidad no debe establecerse ninguna jerarquía ni a la hora de establecerla ni en los procesos de evaluación del personal académico. Tan importante es generar nuevo conocimiento, como formar personas con capacidad de obrar en forma autónoma y de emitir un juicio ético sobre la sociedad en que viven.




[1] M. Kant (1784) Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?


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